La policía griega se ha sentido esta noche acorralada entre llamas en unas calles dominadas por cócteles molotov y manifestantes que se crecen en su pulso contra los antidisturbios. Atenas es suya. Lo demuestran así o dejando una destrucción propia de una guerra. Hay más de 200 locales comerciales y bancos arrasados, calcinados. No se ha librado ni el tradicional árbol navideño del Parlamento.