Solares vacíos, redes de protección cubriendo las fachadas, casas a punto de venirse abajo... Este es el aspecto de numerosos inmuebles del centro histórico de Ferrol. El pasado 12 de abril, uno de estos inmuebles, el situado en el número 92 de la calle de A Magdalena, justo enfrente del Ayuntamiento, se derrumbó poniendo en evidencia el abandono que desde hace años sufren muchas de las casas situadas en el emblemático barrio de A Magdalena (que data de la época de la Ilustración) y el Ferrol Vello, el núcleo original de Ferrol que se remonta a la época Medieval. Fue entonces cuando comenzó el debate sobre el estado de estos barrios. El Ayuntamiento tuvo que intervenir de emergencia en 19 viviendas, para asegurar las fachadas y evitar que se produjesen daños, según explica el concejal de Urbanismo, el socialista Ángel Mato. Desde la concejalía también explican que el Ayuntamiento tiene en marcha un programa de inspecciones en el que una quincena de técnicos del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia realizan un mapa detallado de las casas del centro. Desde la concejalía ofrecen un servicio de asesoramiento a los propietarios que deseen rehabilitar, que incluye la realización gratuita de un proyecto de rehabilitación. El plan municipal pasa también por emprender de oficio obras de recuperación, pasando los costes al dueño si éste se niega a asumirlos; también se trabaja en una ordenanza municipal, que prevé la expropiación de los edificios mal conservados. Pero mientras esta ordenanza no se aprueba, decenas de casas amenazan con derrumbarse cada vez que hay un temporal o se produce un incendio.Según el responsable de urbanismo, Ferrol ha llegado a esta situación por años de dejadez de las administraciones y el abandono o ignorancia de los propietarios sobre las ayudas a la rehabilitación. De la misma opinión es Alberto Saavedra Fernández, presidente de la asociación de vecinos de Ferrol Vello, quien asegura que existe un "mobbing" inmobiliario, ejercido por propietarios de casas en mal estado que fomentan el deterioro de sus propiedades (arrancando puertas, tejados y ventanas, por ejemplo) para acelerar su declaración de ruina y evitar así el pago de hasta cuatro tasas municipales.