Soria (España), 29 mar (EFE).- (Imágenes Alida Juliani) Cuando en 1525 el pueblo español de Sarnago (Soria, Castilla y León) era el principal exportador de lana a Europa, poco podrían imaginar sus habitantes que hoy sólo el aire frío de la sierra recorrería esas calles entonces repletas de vida.
En aquella época, cuando más de tres millones de ovejas pastaban en los alrededores de Sarnago, la despoblación era un concepto muy lejano y nada parecía augurar el final de un pueblo que en el año 1976 perdió al último de sus moradores.
Se llamaba Aurelio, y con su muerte se apagó la vida en este municipio situado en la comarca soriana de Tierras Altas, que ahora recupera el latido gracias a los hijos de aquellos que un día tuvieron que abandonar sus raíces para buscar futuro en otros lugares de España o del mundo.
Sarnago es sólo el reflejo de una Soria despoblada - actualmente la provincia con menos índice poblacional de toda España con una densidad demográfica de 8 habitantes por kilómetro cuadrado- que se resiste a desaparecer.
También es el espejo en el que se miran otras tantas zonas rurales españolas, que han perdido en los últimos diez años un cuarto de millón de habitantes.
Mientras en el conjunto del país la población se duplicaba a lo largo del siglo XX, Castilla y León, la comunidad a la que pertenece Sarnago, apenas creció y mantiene una tendencia a la pérdida de habitantes desde 1960, sin que los cambios políticos y económicos hayan modificado significativamente esta tendencia.
"Estamos hablando de una zona casi desértica. Somos el último estadio de la población en este país", señala a EFE el responsable provincial en Soria del Gobierno de España, Luis Rey.
"Hablamos de una población envejecida y somos el ejemplo de lo que ha de pasar en otros lugares de este país", añade.
De hecho, Castilla y León ocupa el primer puesto a nivel europeo con mayor presencia de personas octogenarias, según datos de Eurostat facilitados por la Fundación Renacimiento Demográfico.
La crisis demográfica en España fue consecuencia de la reindustrialización del país, focalizada en los grandes puertos de mar y en las capitales de provincia que se llevaron a gran parte de la población de los sitios rurales.
Esa crisis acabó con poblaciones como Sarnago, que hoy cuenta con una asociación de amigos, descendientes de primera y segunda generación que trabajan por la recuperación del pueblo, simplemente "porque es algo que le debemos a nuestros antepasados".
"Para la primera generación era ser muy valiente lo de regresar al pueblo. Si no venían en los primeros años, ya no lo hacías", explica a Efe José María Carrascosa, presidente de la Asociación de Amigos de Sarnago.
La Asociación surgió hace 30 años y lleva ya restauradas 25 viviendas con un presupuesto que nace fundamentalmente de sus bolsillos.
"Nuestro presupuesto es escaso, pero nos mantiene a ilusión", dice Carrascosa, de 53 años, quien tiene muy claro que para conseguir repoblar la zona "hay que darl