Estos suculentos productos ibéricos pertenecen a Lisardo Castro, una empresa familiar de Guijuelo que se ha convertido en la pyme del año en Salamanca gracias a la Cámara de Comercio y Banco Santander.
Amanece en la sierra, por las ventanas entran los primeros rayos de sol. En Guijuelo, cuna del jamón ibérico, el micro clima continental favorece la elaboración de los jamones más reputados del planeta. Ahora reposan en este secadero pero pronto podrán ser degustados por los paladares más exquisitos.
Esa es una de las apuestas de Lisardo Castro: una tecnología de vanguardia para reformar la artesanía del jamón ibérico. Para ello cuentan con una planta de producción de 10.000 metros cuadrados.
Más de treinta personas trabajan con mimo y dedicación en cada una de las partes del proceso. Los secaderos están perfectamente equipados para mantener las condiciones ambientales óptimas para una curación lenta y natural. Aquí entran en juego varios sentidos: la vista, el gusto, el tacto y por supuesto el olfato.
Estos jamones llegan a todo el mundo, con especial presencia en América Latina y en Asia.
Uno de sus proyectos actuales es criar sus propios cerdos. Para ello cuentan con el apoyo financiero necesario.
Tradición, excelencia e innovación se conjugan en Lisardo Castro para conseguir que estos manjares provoquen un recuerdo gastronómico imborrable.
