Túnez, 17 ene (EFE).- (Imagen: Natalia Román Morte) La UGTT, el principal sindicato de Túnez, hizo hoy una exhibición de fuerza y envío una dura advertencia al frágil gobierno que dirige Yusef Chahed, sacudido por una huelga general de la función publica que logró paralizar el país.
Estaciones de tren, aeropuertos y puertos sintieron el mazazo de una movilización masiva que tenía como objetivo denunciar las políticas de recortes y austeridad impuestas por el gobierno bajo la tutela del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El organismo internacional concedió en 2017 a Túnez un crédito por valor de 2.500 millones a cambio de reformas en el sistema impositivo, apertura de mercados y recortes abruptos en el gasto público.
Medidas que el gobierno ha comenzado aplicar con reticencia -temeroso de su pernicioso efecto en año electoral- y que aún así han tenido como primera consecuencia negativa un enorme incremento de la inflación y un descenso paulatino del poder adquisitivo, fruto de la devaluación del dinar.
"No se puede vivir, los precios se han disparado y los sueldos no han subido. Este gobierno no se preocupa de los pobres, solo trabaja para los bancos, para los ricos. Ahí está todo el dinero", se quejaba hoy a Efe Ahmed Atrush, funcionario en una empresa municipal de la capital.
En la misma línea se expresaba Lamia Abu Salam, médico residente en un hospital público de un suburbio de la capital, que este jueves se unió a la marcha "por la dignidad" que tuvo lugar en la céntrica avenida Bourguiba.
"Hace ocho años salimos a las calles para exigir democracia, derechos y dignidad. Tenemos democracia y tenemos más derechos, pero de la dignidad nada de nada. Hoy los tunecinos viven peor que antes", argumentaba.
Un discurso similar al que el líder del sindicato, Nouredin Taboubi, pronunció ante cerca de un millar de entusiastas personas congregadas en la plaza de Mohamad Ali, sede histórica del poderoso organismo.
En un tono populista, Taboubi criticó con dureza al gobierno, al que acusó de vender el país a la empresa privada e hipotecar su futuro como el firmado hace dos años con el FMI y el Banco Mundial.
"No votamos por un gobierno que para que ceda los beneficios del pueblo. Exigimos la soberanía del estado, que tome sus decisiones de forma independiente y que no ceda a los chantajes. La batalla continuará hasta que se cumplan nuestras demandas", manifestó.
"Nuestra voluntad es construir un estado social y democrático. La UGTT no decepcionará a los hijos del pueblo y seguirá siendo una voz que se levantará contra las decisiones imperialistas de quienes ahora toman las decisiones y apuntan contra la UGTT", agregó entre vítores.
La UGTT, uno de los sindicatos más antiguos del mundo árabe, de fuerte influencia francesa, fue un actor esencial en el triunfo de la revolución que en enero de 2011 acabó con la dictadura de Zinedin el Abedin Ben Alí y dio inicio a las ahora marchitas "primaveras árabes".
Con más de 800.000 afiliados en un país con