La densidad de nuestra melena, o lo que es lo mismo, el número de folículos total en el cuero cabelludo, viene determinada en nuestra genética. Igual que su color, su grosor y su forma. Unas características que, en condiciones normales, se verán mermadas con el paso del tiempo. «Normalmente, cada persona tiene alrededor de 100.000 o 150.000 cabellos. En niños se estima 1.100 folículos x cm2, a los 25 años 600 folículos x cm2, y entre los 30 y 50 años disminuye a 300 folículos x cm2», explica la Dra. Cristina Serrano Falcón, coordinadora del Grupo de Tricología de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). A lo largo de nuestra vida el cabello atraviesa diferentes etapas relacionadas con su ciclo de desarrollo. La fase anagen o de crecimiento dura aproximadamente tres años; la de reposo o catagen unas tres semanas; y la de caída o telogen que alcanzaría los tres meses. «En líneas generales, un 89% del cabello humano está en fase de crecimiento, un 1%, en fase de reposo y un 10%, en fase de caída, que son los 100-150 pelos que se dice que es una pérdida normal diaria», apunta Serrano. Sin embargo, el proceso fisiológico de envejecimiento, los cambios hormonales o diferentes patologías podrían impedir que el cabello experimente un ritmo normal de crecimiento.A partir de los 30 años, los folículos pilosos producen menos melanina -encargada de dar el color a nuestro cabello-, por lo que aparecen las primeras canas. Si no padeciésemos ninguna patología, alcanzaríamos los 50 años, además de con una considerable pérdida de volumen, con algo más del 50% de nuestro cabello cano. Pero además, hay otros síntomas característicos del envejecimiento capilar. «Es frecuente empezar a notarlo más eléctrico y rebelde a partir de los 40 años. También se intensifican la pérdida de brillo, textura y resistencia. El pelo se ve más opaco, menos luminoso y el tinte y las mechas ya no nos quedan igual», indica Claudia di Paolo, directora del spa capilar que lleva su nombre.
