DEBE EL ROYAL SERVIRSE DEL BRINDIS COMO TÉCNICA PARA ESTABLECER RELACIONES CON CORAJE DULCIFICADO, QUE ES COMO HACERLO CON EL CORAZÓN, PUES POR TAL CORAJE FUE MOTEJADO EL REY RICARDO I DE INGLATERRA COMO CORAZÓN DE LEÓN POR LA TROVADORESCA DEL SIGLO XII. En otras videolas de este egregio channel hemos descrito la inapetencia de Letizia La Fiztizia por ejecutar el gesto de brindis en los actos oficiales de Estado, una impostura que quedará impresa en su historial como funcionaria hasta el fin de su vida. Pero en las imágenes que presentamos hoy, vemos a una Letizia más adherente al protocolo de Estado y, excediéndose en el gesto de brindar, produce un ostensible campaneo o cochinchineo (que viene de la expresión chin, chin) que se escucha en todo el comedor. Lo hace porque acaba de contemplar el frivolismo de Felipe El Preparao con la consorte del presidente de la China. Pudiera parecer que el cochinchineo lo principia Felipe El Preparao, pero el detalle de las imágenes nos revela que es la funcionaria royal española la que se excede y, a continuación, se queda expectante mirando con descaro al Preparao y a la consorte del jefe del Gobierno español. Pudiera parecer un detalle melífluo, pero si se reflexiona observando, que es la mejor manera de apreciar las cosas, se verá que es ella la que muestra un gesto atrevido y desafiante, dando un súbito campanazo hacia arriba con la copa del jefe del Gobierno español. Para ejecutar un brindis de Estado primero ha de tenerse claro cuáles son los principios que sustentan la potestad regia, que son el liderazgo carismático, el buen desempeño a través del ejemplo día a día y la capacidad para fomentar en el populacho un espíritu de alcanzar las expectativas que la nación ha depositado en ellos, como buenos ciudadanos educados en la instrucción de la escuela. Un brindis no se ejecuta para cochinchinear, para ejercer el mariconeo de sala o simplemente para acertar, porque eso es dejar a la monarquía presa del albur de lo incierto, que es natural que acabe en incendio y se cenice todo. Ha de preguntarse el royal: 1. ¿Necesito aliento para dar de mí todo lo que requiera el interés de la nación? Cuando la respuesta sincera es sí, entonces ese el es fundamento del brindis de Estado. 2. ¿De verdad me importa, sin más razones, hacerme querer por el populacho? Cuando la respuesta es sí, entonces es porque solo se busca el mero interes vanidoso por el respeto, cayendo en la omisión de la técnica protocolaria del brindis de Estado.