El último neandertal (Homo neanderthalensis) vivió hace 40.000 años, pero gran parte de su genoma perdura a través de los humanos modernos. Hasta ahora los científicos desconocían el impacto que ha tenido la contribución génica de los neandertales en los humanos modernos pero un nuevo estudio, publicado en la revista Cell, demuestra que las secuencias de ADN neandertal todavía influyen en cómo se activan o desactivan los genes en los humanos modernos. Según los científicos, liderados por la escuela de Medicina de la Universidad de Washington (EE UU), los efectos de los genes de los neandertales sobre la expresión génica probablemente contribuyen a rasgos como la altura y la susceptibilidad a la esquizofrenia o al lupus. Uno de los hallazgos más significativos está relacionado con la influencia del alelo neandertal del gen ADAMTSL3, que además de influir en la altura, reduce el riesgo de sufrir esquizofrenia. “Trabajos anteriores ya habían sugerido que este alelo afecta el empalme alternativo de los genes”, señala MacCoy. El empalme alternativo es un proceso en el que el ARN se modifica antes de abandonar el núcleo de una célula. Los investigadores observaron que en aquellos casos en los que aparece la mutación neandertal, la maquinaria de la célula elimina un segmento del ARN que sí está presente en las versiones humanas. Como consecuencia, la célula acaba produciendo una proteína modificada que no sería posible sin la presencia de esa mutación. Para conocer la influencia completa de esas proteínas modificadas y las características a las que afectan serán necesarias investigaciones adicionales. No obstante, según explican los autores, su existencia es un ejemplo de cómo “pequeñas diferencias entre humanos modernos y neandertales contribuyen a variaciones genéticas”. Previamente ya se había descubierto que regiones del genoma humano asociadas a la esquizofrenia, y conocidas como loci de riesgo, eran más comunes de encontrar en regiones del genoma diferentes a las de los neandertales.