En el marco teórico de la evolución biológica, la hipótesis de los campos mórficos es el nombre dado por Rupert Sheldrake a un campo hipotético que explicaría la evolución simultánea de la misma función adaptativa en poblaciones biológicas discontiguas. Parte de la comunidad científica se muestra muy crítica con la hipótesis de Sheldrake, que no la aceptan como una teoría científica al considerarla fácilmente falsable con la prueba epistemológica de la analogía (fundamentar una teoría con el fundamento de otra a través de la semántica; por ejemplo: demostrar que el amor es energía, porque al igual que el magnetismo, no se ven, pero se puede demostrar por sus efectos). El campo mórfico nos se encontraría en los genes, sino que se "ubicaría" en el exterior de cada individuo concreto. Sería el depositario de la información esencial que permite que la vida se desarrolle. Según Sheldrake, en los campos mórficos residiría buena parte de lo que actualmente llamamos instinto (que suele ubicarse, sin prueba alguna, en algún rincón del cerebro). También sería la fuente u origen de los sentimientos religiosos o místicos. En suma, el campo mórfico no pertenecería al mundo físico, sino que sería inmaterial y constituiría una especie de memoria colectiva. ¿Y la resonancia mórfica? Sería una vía mediante la cual el conocimiento se transmite instantáneamente entre los miembros de una especie y ello independientemente del espacio y del tiempo.