Dos años después de haberse perpetrado el golpe de Estado contra la presidenta Dilma Rousseff, en Brasil, y que le permitió a Michel Temer llegar al gobierno del país, las cifras e indicadores sociales son cada vez más alarmantes: el desempleo y la extrema pobreza se dispararon, los recursos públicos están congelados por 20 años, fue aprobado un ajuste fiscal y una reforma laboral que ha retirado los derechos históricos de los trabajadores, entre otras cosas. A esto se suma la persecución judicial del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, quien cumple ya más de dos meses preso injustamente, pese a lo cual sigue liderando las preferencias de voto de los brasileños. teleSUR