El ruso Dimitri Belayev llevó a cabo un extraordinario experimento en una granja de cría de zorros en Siberia durante los años 50. Introdujo su mano enguantada en cada una de las jaulas y encontró dos tipologías de zorros salvajes: los que atacaban o huían o los que mostraban curiosidad y se mostraban más dóciles. Posteriormente solamente cruzó entre ellos a los dóciles y obtuvo en pocas generaciones posteriores cambios muy significativos: El pelaje y el tamaño del zorro cambiaba y además eran más tranquilos e incluso ladraban como los perros. Se trata de un interesante experimento que pone en jaque a Darwin al demostrar que los cambios evolutivos drásticos pueden llegar a producirse en pocas generaciones sin tener que dejar pasar miles de años de evolución.
