La conferencia de la Dra. Blackburn versó sobre las implicaciones de los telómeros en el desarrollo de las enfermedades relacionadas con el proceso de envejecimiento. Hizo un repaso evolutivo de sus grandes descubrimientos y presentó sus famosos estudios sobre la longitud telomérica en muestras de más de 100.000 pacientes por grupos de edad. También hizo alusión al efecto del estrés y la depresión en la longitud de los telómeros. Pero quizás lo que más llamó la atención fue su actitud conservadora en cuanto a qué acciones podemos poner en marcha para prevenir el acortamiento de los telómeros o, en su caso, revertirlo. Blackburn es partidaria de actuar a nivel de los estilos de vida como la nutrición, el ejercicio o el estrés, pero no lo es de utilizar medios específicos para activar la telomerasa, ya sea con suplementos nutricionales, fármacos o terapia génica. Si bien el telómero largo se correlaciona con una mejor salud cardiovascular y menor incidencia de cáncer en general, algunos tipos de tumores se presentan con mayor incidencia en personas con telómeros largos. Esto es lo que, en opinión de Blackburn, limita su interés por estas técnicas. La última conferencia de la XXXIV Lección Magistral corrió a cargo de la Dra. María Blasco, directora del CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas). La exposición se centró en las últimas publicaciones de su equipo sobre la terapia génica en ratones, a los que se les ha provocado una enfermedad que se encuadra dentro de los llamados síndromes teloméricos. Los síndromes teloméricos o telomeropatías son enfermedades de pronóstico sombrío como la anemia aplásica, la disqueratosis congénita o la fibrosis pulmonar quística, que se caracterizan por un acortamiento de los telómeros. Una de las hipótesis de trabajo para la curación de estas enfermedades es el alargamiento de los telómeros, mediante la activación de la telomerasa con terapia génica a través de la inoculación de un vector AAV, (Adeno-Associated Virus) en el que se introduce el gen activador de la telomerasa. Al parecer los resultados en ratones son esperanzadores, pero todavía estamos a la espera de los primeros ensayos clínicos en humanos con alguno de estos síndromes teloméricos.