El jongo, conocido también como caxambu y corimá, es una danza brasileña de origen africana, traÃda por los esclavos en la época de la colonización y practicada al son de tambores. En muchos casos, aunque prohibida, se tocaba en las senzalas en los momentos de descanso de los esclavos y según los jongueiros es el ritmo que dio origen a la samba carioca.
Hoy en dÃa existen 16 comunidades en el estado de RÃo de Janeiro que luchan por rescatar la memoria de esta danza tradicional llegada en la época de la esclavitud a las haciendas de café y caña.
Con música y danza, los poetas copleros se desafÃan por medio de la improvisación que tiene raÃces en el juego de adivinanzas angolano, jinongonongo. La danza en cÃrculos con una pareja en el centro representa la fertilidad. Guarda también una semejanza con la Semba angolana a la hora de su ejecución, ya que el bailarÃn solista con los brazos estirados y los hombros hacia atrás, recuesta su ombligo en la persona que va a sustituirlo en la danza y asà se van dando turno unos a otros.
En la comunidad de la Hacienda La Cachoeria, en Arrozal de PiraÃ, en el estado de RÃo de Janeiro, el jongo se mantuvo en el olvido durante casi 50 años, hasta que hoy el maestro jonguero, Edgar Camilo, de 78 años decidió rescatar esta tradición en 2003 y retomar las rodas de jongo. Hoy, el grupo está compuesto por 20 miembros, en su mayorÃa personas mayores, familiares de descendientes algunos de los esclavos negros de la Hacienda la Cachoeira.
El objetivo del maestro Edgar Camilo es conseguir introducir las enseñanzas del jongo en las escuelas para evitar que esta tradición ancestral caiga en el olvido, ya que pasa de padres a hijos y de no existir jóvenes que tomen el relevo, la danza del jongo hoy considerada patrimonio inmaterial podrÃa desaparecer para siempre.