El experimento involucró a dos personas, y un gran simio que observaba la escena. La primera persona tenía que colocar un objeto en una de las dos cajas. Otra persona lo sacaba después y lo ponía en la otra y cerraba ambas. En un primer caso, la primera persona se quedaba en la habitación, por lo que sabía dónde estaba el objeto. En otro caso, esta misma persona salía de la sala mientras se cambiaba de lugar el objeto. De este modo creía saber dónde estaba, pero de manera incorrecta. En ambas situaciones, el participante intentó abrir la caja donde estaba originalmente colocado el objeto. Los simios sabían cómo abrir las cajas y podían decidir cuál abrir para ayudar a la persona durante la prueba. Los animales tenían dos formas de ayudar: abriendo la caja que estaba intentando abrir la persona (que estaba vacía) o la que realmente contenía el objeto. “Cuando el participante intentó abrir la caja vacía, los simios le ayudaron a abrir la que contenía el juguete en la mayoría de las pruebas”, detalla a Sinc Buttelmann. Por lo contrario, cuando la persona sabía que el objeto había sido cambiado de lugar, los primates estaban menos dispuestos a abrir la caja. “Le ayudaron principalmente a encontrar el objeto cuando la persona creía que estaba en la caja que intentaba abrir”, indica el experto. El estudio demuestra que, como los niños, los grandes simios están dispuestos a ayudar a las personas a encontrar el objeto cuando estas creen saber dónde está de manera equivocada. Esto sugiere que estos animales pueden entender qué piensan las personas para ayudarles. Según los científicos, esto implicaría que los grandes simios pueden 'leer' la mente de los demás en las interacciones sociales.
Para Buttelmann, esto cambia nos hace pensar sobre lo que hace a los humanos especiales. “No parece que seamos únicos en los estados mentales básicos que atribuimos a los demás. Puede que entonces sea el uso que le damos a esa comprensión en la enseñanza, la colaboración y el aprendizaje social lo que nos ha hecho desarrollar la cultura humana tan sofisticada”, concluye el científico