Varios minutos de aplausos con él, muy risueño, dando las gracias en medio de los músicos. Así ha culminado el debut esta noche del director venezolano Gustavo Dudamel en el Teatro Real, en el que Mahler y Berlioz, interpretados por la Filarmónica de Viena, han sonado "de maravilla".
"Ha sido maravilloso. Me he sentido muy bien", aseguraba a EFE nada más terminar el concierto el artista, al que acompañaba en su camerino su esposa, la actriz española María Valverde.
Dudamel (1981) ha dispuesto de muy poco tiempo para la prueba acústica con la Filarmónica de Viena porque el camión que transportaba los instrumentos pinchó una rueda y se retrasó su llegada al Real, pero todo ha salido "a pedir de boca", aseguraba a EFE el intendente del teatro, Joan Matabosch.
Antes de la actuación, el venezolano, en un brevísimo encuentro con la prensa, explicaba que era "un privilegio" dirigir en el Real, y que los pocos minutos que había estado previamente en el escenario habían sido "muy especiales": "todo cambiará con el público...la adrenalina, la orquesta y yo, en medio, nadando", ha bromeado.
Luego, Dudamel y la Filarmónica de Viena han hecho resonar dos obras revolucionarias en su tiempo: la "Sinfonía Fantástica" de Berlioz, un icono del espíritu convulso y apasionado del Romanticismo, y el adagio de la Sinfonía número 10 de Mahler, un postrero eco sinfónico que anticipa el fin de una larga época tonal con sus disonancias.
"Es un programa que tiene algo de ecléctico. No hay relación entre ellas. La de Mahler es una obra inconclusa, de una belleza infinita y la de Berlioz es muy virtuosa y da mucho brillo a cada sección y a cada músico", resumía Dudamel.