Glande y cresta coronal: Competir por los espermatozoides (Gordon Gallup)

2018-01-13 65

La búsqueda del conocimiento puede llevar a los investigadores científicos a muchas ubicaciones sorprendentes y exóticas: las profundidades del océano, el interior de los cráteres de los volcanes o incluso la superficie lunar. En el caso del señor Gallup, su afán por la búsqueda de la verdad le llevó hasta un sex shop. Era el año 2003 y Gordon Gallup acudió a la tienda por la noche. Allí, con algo de timidez, se acercó al dependiente para preguntarle. El hombre salió del sex shop 15 minutos después con una bolsa que incluía un pene de látex y una vagina artificial. Y no, aquello no era una visita en la búsqueda del placer, Gallup lo hacía por la ciencia. De vuelta a su laboratorio en la Universidad de Albany (Nueva York), Gallup hizo un poco de semen. La receta, para aquellos curiosos, consistía en 7 mililitros de agua a temperatura ambiente mezclada con 7 gramos de maicena y agitarlo todo muy fuerte durante cinco minutos. Gallup y su equipo pusieron con cuidado el semen falso sobre la vagina artificial. Luego insertaron hasta el fondo el pene de látex. Este procedimiento lo repitieron con otros penes de látex de diferentes tamaños junto a una variedad de semen falso y consistencias variables. Que nadie piense que hubo un solo momento para la lujuria. Allí se estaba trabajando en algo muy serio para el profesor Gallup. El punto de toda esta “relación simulada” era examinar la dinámica fluida del esperma dentro de la vagina. El profesor había teorizado que la cabeza del pene humano había evolucionado su forma distintiva para servir como una especie de cucharón de semen. Esta morfología, argumentó, habría conferido una ventaja evolutiva a un hombre si tuviera relaciones sexuales con una mujer poco después de otro hombre. Su pene sacaría el esperma de su rival y lo reemplazaría con su propio esperma. ¿Qué ocurrió? Que las pruebas de Gallup confirmaron que el pene recoge el esperma de la vagina con bastante efectividad. Según recogió en su estudio, cuando el pene estaba completamente insertado en la vagina artificial: El semen fluyó hacia atrás bajo el pene a través del frenillo y luego se mantuvo sobre la parte superior del eje anterior detrás de la cresta coronal. Cuando se sacó, el pene trajo consigo hasta el 90% de los espermatozoides. La teoría de Gallup provocó controversia. Los críticos señalaron que si el pene funciona como una cuchara, entonces seguir empujando después de eyacular sería evolutivamente desventajoso. El hombre simplemente sacaría su propio esperma. Gallup analizó la existencia de una serie de mecanismos biológicos que inhiben el empuje post-eyaculatorio tales como la hipersensibilidad del pene, la pérdida de erección y el período refractario (el período poscoital durante el cual las hormonas interrumpen temporalmente la respuesta sexual masculina). Lo cierto es que el profesor nunca fue ajeno a la controversia. En el año 2002 ya había anunciado los resultados de un estudio que indicaban que el semen podía actuar como un antidepresivo. De las 290 mujeres que participaron en su estudio, aquellas cuyos compañeros no usaron condones obtuvieron puntuaciones más altas (en promedio) en las pruebas de felicidad que las mujeres que cuyos compañeros usaron preservativos. Sea como fuere y teniendo en cuenta los dos estudios de Gallup juntos, es posible que ahora tengas una idea muy loca en tu cabeza en la que los penes son más parecidos a una cuchara de un helado que a su aspecto normal. Por si existían dudas, Gordon Gallup se apresuró a señalar que los resultados de su trabajo no debían tomarse como una recomendación para abandonar el uso de los condones.