Cuando un hidrato de carbono como el pan es procesado, los almidones (formados por largas cadenas de azúcares), son descompuestos por la amilasa de la saliva y por el ácido estomacal, que trocean estas cadenas largas en otras más cortas. Una vez que el alimento llega al intestino delgado, el páncreas libera una enzima llamada amilasa pancreática, que rompe los enlaces moleculares de los almidones hasta que las cadenas se convierten en moléculas de azúcar unidas. Una vez que los almidones se descomponen, el intestino delgado libera enzimas que separan aún más las moléculas de azúcar, aquellas que luego son absorbidas directamente por el torrente sanguíneo. Estas moléculas están compuestas principalmente de glucosa, que funciona como fuente de energía necesaria para todas las células y órganos, incluidos nuestros músculos y cerebro.