Las interminables playas de Río de Janeiro, uno de los mayores activos que posee esta ciudad brasileña, son convertidas diariamente en enormes gimnasios al aire libre por adictos al deporte que no solo buscan mejorar su estado físico y su salud sino también exhibir ese esfuerzo en la arena.
Se dice de Río que es la ciudad del culto al cuerpo y que es adicta al deporte, y no en vano uno de los rasgos característicos del carácter carioca es su vínculo con la práctica deportiva, aunque los practicantes también buscan ejercitar sus cuerpos para luego exhibirlos en imposibles tangas o bañadores, que también forman parte del patrimonio nacional, como las playas de Ipanema y Copacabana.