Una nube radioactiva recorrió el oeste de Europa entre finales de septiembre y mediados de octubre: varias agencias de control nuclear de diversos países europeos detectaron entonces altas concentraciones de rutenio-106, un elemento radioactivo. Ahora el instituto francés de seguridad nuclear, el IRSN, ha llegado a la conclusión de que el origen de la radiación se sitúa entre Rusia y Kazajistán, entre los ríos Volga y Ural.
Detection of #Ruthenium 106 in France and in Europe in late September : Results of IRSN’s investigations and updated information on the plausibility of the origin of the releasehttps://t.co/C5ztzDniiD pic.twitter.com/1cMDrSxobk— IRSN France (@IRSNFrance) 9 novembre 2017
“Durante la fabricación de un combustible o durante el tratamiento de un residuo nuclear que contenga rutenio-106, hay un dispositivo que quizá no funcionó bien y que llevó a la vaporización de este material, que es más volátil que otros componentes nucleares,” señala Jean-Marc Péres, director adjunto del IRSN.
Tanto Rusia como Kazajistán niegan por ahora que se haya producido semejante fuga radioactiva en su territorio, y el origen de la misma sigue preocupando a asociaciones que reclaman un control independiente de la energía nuclear como la francesa CRIIRAD, en boca de Bruno Chareyron: “Es realmente muy inquietante que más de un mes después sigamos sin saber de dónde provienen estas emisiones radioactivas.”
El rutenio se podría haber propagado también tras puesta en órbita o la jubilación de un satélite, dado que estos dispositivos se alimentan con este material radioactivo. Pero ninguna de estas hipótesis se cumple según la Agencia Internacional de la Energía Atómica.