En un pequeño, pero mágico, local de Buenos Aires, unas 400 muñecas antiguas se agolpan entre decenas de extremidades, ojos y melenas que pertenecieron a otras algún día. Allí, el doctor Julio Roldán se encarga de restaurarlas y devolver a sus dueños los recuerdos, la ilusión y el cariño que simbolizan.