Como si fuera una epidemia mortal bacteriológica, las cifras se duplican, es por ello que tuvimos la necesidad de hacer un programa ante la alarmante situación.
El problema es que no se trata de células ni de bacterias, sino de seres humanos. En tan sólo dos semanas se duplicó la cifra de asesinatos, llegó a 1000, y los que han huido, son 270.000. Son los rohingyas que están siendo exterminados en Myanmar, que les disparan, que les queman sus casas y que ni siquiera los dejan huir.
Post Data: Yo ya estoy viejo, decrépito y formalmente retirado, pero rompo mi promesa de permanecer en silencio por la profunda tristeza que me causa la situación de la minoría rohingyas (...) Si el precio político de tu ascenso a la oficina más importante de Birmania es tu silencio, es un precio demasiado alto.
Un país que no está en paz consigo mismo, que no reconoce ni protege la dignidad ni el valor de todo su pueblo, no es un país libre, es Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz, de 85 años, quien desde África se dirige con estas palabras condenatorias a quien el mundo creía era la gran defensora de los derechos humanos, Aung San Suu Kyi, también Premio Nobel de la Paz.
Justo por luchar por la democracia en Myanmar que ahora, al parecer se llenó de cobardía, odio, o mostró su cara nefasta al dar la espalda al genocidio que están viviendo sus propios compatriotas: los rohingyas.
“¡Qué vergüenza Aung San Suu Kyi!. Te honramos y luchamos por tu libertad y, ¿ahora usas esa libertad para justificar la carnicería de tu propia gente?”, contesta Ken Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch (HRW), al periódico New York Times, al ser preguntado por la actitud de la líder de Myanmar sobre el exterminio y matanzas de niños, mujeres y hombres rohingyas.
Prefacio: hace una semana hicimos un programa sobre los rohingyas, sorprendidos y aterrados por las cifras de 400 muertos y 125.000 personas que escaparon de la violencia para refugiarse en el vecino Bangladés.
Preguntamos por qué nadie en el mundo hace nada para detener la matanza de seres humanos que estamos viendo en Myanmar. La matanza de la minoría más perseguida del mundo, la de los musulmanes de rohingyas.
Preguntamos dónde están las sanciones de Estados Unidos con las que dice castigar a los que violan los derechos humanos.
Epílogo: Estados Unidos ya anunció que hará algo. Fíjese bien. El Senado estadounidense votará la próxima semana para aprobar dinero para la situación en Myanmar, la situación militar.
Pero no para defender a los rohingyas, sino para fortalecer sus lazos militares con el ejército de ese país. Es decir, no solo no piensa intervenir para detener la masacre, repito, sino que el Senado de Estados Unidos votará la próxima semana una ley de gastos de defensa que podría ampliar la cooperación de la Departamento de Defensa estadounidense (Pentágono) con el Ejército de Myanmar, acusado de decapitar y quemar vivos a niños rohingyas.
Mientras, se siguen quemando tierras y casas donde vive esta comunidad para que no haya nada donde puedan regresar. Y cuando huyen al país vecino, se encuentran con minas en el suelo para que exploten en mil pedazos cuando se escapan.
¿Qué esconde este genocidio olvidado, quién está detrás de esto? ¿Es cobardía de la Premio Nobel de la Paz, es descaro o la tienen amenazada? ¿Por qué es tan importante Myanmar que nadie se atreve a detener la masacre? Hagamos entonces las preguntas.
En Detrás de la Razón: los analistas contestan y usted en su casa concluye. Y si la realidad hace lo que quiere, entonces nosotros volveremos a preguntar. Lo importante es descubrir los ángulos que no dicen los Gobiernos ni los medios de comunicación.
El análisis, las preguntas y respuestas a las diez treinta de la noche, desde los estudios de Teherán; Londres, siete y Madrid, ocho de la tarde; México y Colombia, una de la tarde.
Por Roberto de la Madrid