Según el Departamento de las Naciones Unidas que estudia casos de transgresión a los Derechos Humanos, el racismo y la xenofobia aumentaron de forma alarmante en Estados Unidos.
De acuerdo con lo que se ha visto en las últimas semanas, esto es cada vez más evidente, como quedó demostrado en el incidente racista ocurrido en la ciudad de Charlottesville, Estado de Virginia.
Este último es un solo ejemplo de esta tendencia. Pero al mismo tiempo, hemos comprobado que el racismo y el odio exhibidos por estos grupos de ultraderecha también está siendo combatido en las calles por un grueso número de la población, que ha salido a protestar y a rechazar esa ideología supremacista.
Desde el incidente en Charlottesville, cuando la joven Heather Heyer fue atropellada por un supremacista blanco, Estados Unidos entró en estado de alerta contra los movimientos supremacistas.
Aun cuando estos grupos existen hace décadas, es en estos momentos que ellos están emergiendo para manifestar sus ideologías de forma más abierta, lo que ha provocado una serie de protestas en varias ciudades estadounidenses.
La primera gran manifestación, después de Charlottesville, aconteció en la ciudad de Filadelfia, cuna de la Constitución americana, seguida de la de Boston, el sábado pasado, con la presencia de más de 40.000 personas. La protesta era contra la realización del encuentro que contó con la presencia de partidarios de Donald Trump y de simpatizantes del movimiento supremacista.
La reunión de los supremacistas en Boston fue prácticamente cancelada después de que decenas de millares de personas salieran a las calles para manifestar su indignación.
Muchas de las personas con quien conversé durante estas protestas dicen que defienden la libertad de expresarse de estos grupos, pero que ellos también tienen derecho a combatir estas ideas de forma clara y firme, aunque pacífica.