La entrada de más de media tonelada de metanfetamina con la presunta connivencia del servicio aduanero ha generado un fuerte escándalo en Filipinas, inmerso en la polémica y sangrienta guerra contra las drogas del presidente Rodrigo Duterte.
"Este trabajo es para mí una misión, así que no voy a dimitir", fue la declaración con que se defendió el comisionado de la Oficina de Aduanas, Nicanor Faeldon, ante los medios después de que esta semana varios diputados y senadores pidieran su cabeza por el escándalo.