Genes y ambiente: Evolucion del rendimiento deportivo

2017-07-12 116

El número de estudios y variantes genéticas candidatas a influir en los rasgos observados en el deporte se incrementa cada año. Afectan a aspectos como la resistencia cardiovascular, fuerza muscular y la resistencia, el ritmo cardíaco, la composición corporal, la presión arterial, y también factores metabólicos, como la forma en que el cuerpo utiliza los carbohidratos y las grasas. Cada atleta va a presentar un rendimiento basal específico y una capacidad de aumentar el rendimiento con el entrenamiento (lo que conocemos como “entrenabilidad” o respuesta al entrenamiento) también específica, de modo que podemos distinguir entre respondedores elevados, moderados y bajos para cada tipo de entrenamiento. Conocer a priori nuestra “entrenabilidad” resulta de gran utilidad a la hora de una planificación deportiva que permita alcanzar la máxima expresión de nuestro potencial. En este sentido, es importante recalcar que el papel de la Genética Deportiva ha de ser colaborar en la individualización de la planificación deportiva, de forma que cada uno pueda ofrecer su máximo rendimiento y su mínima lesionabilidad, con el objetivo final de prolongar la carrera deportiva y la salud. Ahora bien, sería descabellado afirmar que la genética determina totalmente los rasgos que expresamos. Éstos indudablemente se ven afectados por el ambiente. Y el ambiente en el ámbito deportivo está constituido entre otros aspectos por el entrenamiento propiamente dicho, el descanso y, por supuesto, la alimentación. Admitiendo que estos aspectos ya tienen por sí mismos un componente genético, el sistema se hace mucho más complejo al tener en cuenta las interacciones entre ellos y el carácter dinámico de estas interacciones. Por ejemplo, la probabilidad de lesión podría aumentar considerablemente en un atleta ya susceptible genéticamente si además está deshidratado o fatigado.

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