Uruguay es el país con la tasa de suicidios más alta de América Latina. En 2016 se registró un récord para esta década, 18,54 cada 100.000 habitantes.
Desde 2005 aumentan año tras año las cifras; no solo entre la población más previsible (los mayores de 61 años), sino entre los jóvenes y adultos con edades comprendidas entre los 21 y los 40 años.
Uruguay es el país con la tasa de suicidios más alta de América Latina. Las cifras de suicidios se duplicaron entre 1990 y el año pasado, cuando 638 personas decidieron quitarse la vida. El suicidio es tratado como un tabú por los medios de comunicación, además de ser silenciado y condenado por la sociedad y la clase política.
El principal problema al que se enfrentan los investigadores es la posibilidad de anticiparse al hecho para poder actuar.
Desde el retorno de la democracia, los índices de suicidio crecen exponencialmente mientras el país presenta situaciones demográficas contraproducentes.
Lo que más preocupa es el aumento de la autoeliminación perpetrada por los jóvenes, que ha crecido un 200 % en los últimos años, mientras la cifra se mantiene en los adultos mayores de 61 años.
Julio ha vivido esta realidad desde muy cerca; el pasado mes de febrero su esposa decidió quitarse la vida.
Así como las causas del suicidio son múltiples, también el abordaje debe serlo. Si bien existe la Comisión Honoraria de Prevención del Suicidio, la misa presenta una conformación netamente médica y psicológica.
El suicido no distingue clases sociales ni edad o género. Las políticas de sensibilización son vitales para contrarrestar una conducta que en silencio le cuesta la vida a cientos de uruguayos.