En la década de los 50 y 60 del siglo pasado, muchos gallegos de pequeñas poblaciones dejaron atrás raÃces y familias para perseguir el sueño de una vida mejor. Argentina, Brasil y otros paÃses latinoamericanos estaban en el punto de mira de estos gallegos ávidos por sobrevivir. Los que llegaron a Brasil se asentaron principalmente en RÃo de Janeiro y en BahÃa y la mayorÃa apostó por la hostelerÃa y restauración.
Algunos alcanzaron a realizar grandes negocios y hoy dÃa son dueños de importantes cadenas hoteleras en la Cidade Maravilhosa, una de las ciudades con mayor turismo, tanto nacional como internacional, dentro del paÃs.