El Reino Unido vive la peor crisis de seguridad en más de una década. La causa, el reciente ataque terrorista en Manchester.
En una arena que sólo expresaba paz y diversión, ante la mirada inocente de niñas, niños y adolescentes que no saben nada de política.
En los últimos años jamás se hubiera pensado que se activaría el nivel de alerta máxima. La primera ministra británica, Theresa May, anunció que elevaba a crítico el factor de riesgo, que significa el más alto en una escala de cinco, y que significa que las autoridades se alistan para un ataque inminente.
Lo último que se recuerda fue en 2007, cuando se elevó a crítico el nivel por un ataque terrorista en la terminal aérea de Glasgow. El Reino Unido está en su máxima alerta, lo que supone que el ejército salga a las calles para sustituir a la policía en puntos de vigilancia, además de cuidar eventos masivos, como los deportivos.
"Operación Tempora", con 5000 soldados patrullando, bajo el mando del Michael Fallon, secretario de Defensa del Reino.
El ataque ha dejado a un país temblando y también indignado porque la información secreta que compartió con Estados Unidos, fue revelada en Estados Unidos por la prensa de Estados Unidos, como si se tratara de un chisme, dejando mal parada a la policía británica que tuvo que confirmar que la información en el New York Times y la cadena televisiva CBS, era cierta -alguien estaba sonriendo en Washington, o Trump o alguien contra Trump que filtró la información para hacerlo quedar mal.
El asunto llegó hasta la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) donde May le reclamó al magnate, bajo la amenaza de Londres que no volverían a compartir información con la inteligencia estadounidense porque no se puede confiar en los estadounidenses; aunque horas después dijeron que seguiría el intercambio de información.
El atentado que mató a 22 personas, entre ellas, a menores de edad, también dejó rabia en las personas conscientes y evidencia de la hipocresía entre los que se presentan como estrategas. Rabia porque la gente sabe y reconoce que la crisis de seguridad que vive el Reino Unido se debe al propio Reino y su interés mezquino de saborearse el poder y control en África y Medio Oriente, pagando guerras, propiciando guerras, bombardeado y abriendo heridas o llevando muerte que tardarán décadas en sanar o en volverse peor, el comportamiento humano es impredecible y más con resentimiento:
"Varios expertos, incluido profesionales de inteligencia y servicios de seguridad señalan que hay conexión entre las guerras que hemos enfrentado, apoyado o participado en países como Libia, y el terrorismo domestico", denuncia Jeremy Corbin, Líder del Partido Laborista (PL) del Reino Unido.
Pero el atentado también dejo evidencia de la hipocresía, mire usted la respuesta del secretario de Defensa del Reino Unido, en una entrevista televisiva: ¿usted piensa que la guerra contra el terrorismo está funcionando? -pregunta el periodista-, y el secretario contesta, "Nosotros ciertamente hemos alcanzado mucho éxito.
En Irak y en Siria, en 3 años, junto a la exitosa coalición de 65 países, nosotros hemos liberado a 4 millones de personas viviendo bajo la ley del grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe)", con gran orgullo lo dice Michael Fallon, el jefe de los militares.
Entonces uno se pregunta, ¿de verdad el gobierno británico no sabe por qué están bajo alerta? Si desde esa óptica ven las cosas, cómo héroes y salvadores del mundo, donde han provocado las peores sangrías de los últimos tiempos que sin duda tendrían un costo, que ahora no quieren asumir, entonces no hay opción de entendimiento de su propia soberbia.
En Detrás de la Razón, preguntamos. Apoyamos la idea de justicia en cada quién y cuestionamos todo. Los analistas contestan y usted en su casa concluye. Y si la realidad hace lo que quiere, entonces nosotros volveremos a preguntar.
Lo importante es descubrir los ángulos que no dicen los gobiernos ni los medios de comunicación. El análisis, las preguntas y respuestas a las diez treinta de la noche, desde los estudios de Teherán; Londres, siete y Madrid, ocho de la tarde; México y Colombia, una de la tarde.
Por Roberto de la Madrid