El fuego: Cerebro y cocina (Origenes de la Civilizacion)

2017-05-19 79

El control del fuego y la cocina es un universal humano, es decir que existe en todas las culturas, y Wrangham nos plantea claramente que el control del fuego y la cocina es una de las grandes transiciones en la historia de la vida. Cocinar aumentó el valor de nuestra comida, cambió nuestros cuerpos, nuestros cerebros, nuestras vidas sociales y creó un organismo con una nueva relación con la naturaleza. Voy a ir desgranando por turno las principales ideas de Wrangham. Un primer planteamiento es que estamos diseñados para comer alimentos cocinados. Wrangham repasa algunos estudios que se han realizado en los que los sujetos comían solo alimentos crudos, como el Evo Diet experiment, de 2006, en el que nueve voluntarios pasaron doce días comiendo como primates (vegetales, frutas, etc) en el Paignton Zoo de Londres, o el Giesen Raw Food study. Los resultados son que a la gente le mejora mucho el colesterol y la tensión arterial, pero adelgazan un montón (eso podría ser bueno) pero hasta un punto en el que las mujeres, por ejemplo no podrían tener hijos. En mujeres que comen dietas totalmente crudas el 50% dejan de menstruar y el 10% tienen desarreglos menstruales. En esos estudios los sujetos no hacían ejercicio, lo que quiere decir que en condiciones naturales donde tuvieran que ir a cazar, caminar largas distancias, etc., la dieta sería claramente insuficiente. Wrangham no ha encontrado referencias de gente capaz de sobrevivir comiendo comida cruda durante largos periodos de tiempo. Incluso Alexander Selkirk, que sirvió de modelo para Robinson Crusoe, hacía fuego y los supervivientes de los Andes comieron la carne humana cocinada. hay gente que discute esto y existen asociaciones de partidarios de la comida cruda, pero la mayoría de ellos introduce algo de comida cocinada y las comidas que comen son preparadas en esta sociedad industrial, no son representativas de una verdadera comida cruda. Wrangham concluye que en la mayoría de las circunstancias necesitamos comida cocinada. Otra idea clave es que la cocina cambió nuestro cuerpo, nuestra anatomía, y nuestros patrones de masticación, digestión y nutrición en general. Tenemos una boca muy pequeña, ni Mick Jagger puede competir con la boca de un chimpancé. La cantidad de comida que un chimpancé puede almacenar en la boca es mucho mayor y se debe sobre todo a los labios que son enormes y musculados. Esos fuertes labios son probablemente una adaptación a comer frutas porque los murciélagos que comen frutas tienen el mismo tipo de labios musculosos y los usan de la misma manera que los chimpancés para frotar la fruta contra los dientes. También tenemos mandíbulas más pequeñas así como músculos de la masticación (maseteros, temporales) más pequeños. En los chimpancés estos músculos llegan hasta el tope del cráneo y se insertan en una cresta sagital. Los nuestros no pasan , como puede comprobar el lector si se palpa la zona temporal mientras aprieta los dientes,de un poco más de la altura de la oreja. La causa es una mutación en un gen que produce la proteína miosina, el MYH16, que ocurrió hace unos 2,5 millones de años.