En Rumanía, los manifestantes antigubernamentales continúan su lucha. Las protestas han ido perdiendo fuelle desde que, el pasado domingo, el Gobierno se viera obligado a retirar el decreto de la discordia, que despenalizaba algunos casos de corrupción.
Muy lejos de los 300.000 de la semana pasada, anoche, unos 3.000 manifestantes pedían la dimisión del primer ministro y su gabinete en la plaza Victoria, sede del Ejecutivo, desafiando las bajas temperaturas.
“No importa cuántos estamos aquí, porque la gente en sus casas siente lo mismo. Debemos cambiar las cosas. Y vamos a seguir viniendo aquí cada día. Estoy seguro”, decía un manifestante.
De momento, la única cabeza que ha rodado es la del ministro de Justicia, que presentó su renuncia este jueves. Pero para los antigubernamentales no es suficiente. Ya no confían en ese Gobierno.
Frente a ellos, manifestantes progubernamentales volvieron a mostrar su apoyo al Ejecutivo socialdemócrata rumano y su rechazo al presidente, opuesto al decreto que desató la mayor ola de protestas desde la caída del comunismo.