La designación por Maduro de nuevos integrantes del Poder Ejecutivo busca impulsar el fortalecimiento de la Revolución Bolivariana para los años 2017 y 2018.
El nombramiento más significativo es el del vicepresidente Tareck El Aissami, quien se convertiría en el sucesor del actual líder venezolano, Nicolás Maduro, en caso de que se produzca su revocación por referéndum.
Precisamente, la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) —que impulsa la iniciativa que busca apartar a Maduro del poder— ha elegido al diputado Julio Borges al frente de la Asamblea Nacional (AN), en sustitución de Henry Ramos Allup.
En su primer discurso, el recién nombrado presidente del Parlamento venezolano ha insistido en la declaratoria de abandono del cargo por Maduro como presidente constitucional de Venezuela.
Con la mirada puesta en la fecha del 13 de enero, cuando está prevista la reanudación de los diálogos entre Gobierno y oposición, la situación en el país sudamericano parece muy lejos de avanzar hacia un ambiente menos polarizado.
Para el economista Javier Martínez, “los cambios de Maduro buscan frenar cualquier desestabilización para lograr que su Gobierno llegue a 2018”.
Íñigo Fernández, analista político, explica que “en Venezuela es una tradición de que cada 6 meses se cambie el tren ministerial para mejorar las cosas que no van bien”.
Según el politólogo Alejandro García, “el nombramiento y la ratificación, a pesar de buscar la mejoría del país, están muy lejos de la realidad”.
Luis Eduardo Manresa, analista político, enfatiza: “todo esto lo que devela es un miedo al revocatorio”.