10 años de la muerte de Sadam Husein

2016-12-30 637

Tal día como hoy hace diez años moría ahorcado Sadam Husein. Tenía 69 años y su régimen había caído hacía 3. El que llevó con mano de hierro las riendas de su país durante casi un cuarto de siglo fue condenado a la pena capital por la muerte de 148 chiíes en 1982 en Dujaïl y por la masacre de Halabja en 1988 contra los kurdos. El 5 de noviembre un tribunal especial le condenaba a morir en la horca.

La experta en terrorismo Loretta Napoleoni comenta el impacto que ha tenido la ejecución de Sadam en el Irak de hoy día: “No diría que la ejecución en si sea la razón de porqué la sociedad de hoy es tan vulnerable en términos de seguridad y de estabilidad política. Si Sadam no hubiera sido ejecutado nos encontraríamos en una situación muy similar a la que tenemos ahora”, apunta Napoleoni.

La muerte de Sadam provocó una gran alegría entre las víctimas de su régimen. Muchos chiíes salieron a las calles bailando de felicidad tras ver el ajusticiamiento del otrora líder iraquí. Una ejecución en la que los estadounidenses siguen negando su participación.

Su muerte no provocó solo alegría. También engendró un germen de violencia cuando salió elegido un gobierno de mayoría chií y la minoría suní, que representa un cuarto de la población iraquí, se sintió humillada. Fue entonces cuando empezó a surgir el autodenominado Estado Islámico formado por antiguos mandos del Ejército de Saddam.

“Creo que gran parte de la población del triángulo suní que ahora está amenazada por las tropas kurdas, las milicias chiíes y el ejército turco ven al grupo Estado Islámico de una forma mucho más positiva que antes”, añade Napoleoni.

El antiguo primer ministro Nuri al-Maliki lanzó una campaña en 2011 llamada “100 días para combatir la corrupción” para intentar acabar con décadas de mala gestión gubernamental pero la joven democracia iraquí soñada por la administración estadounidense no ha logrado enterrar ni la corrupción ni el nepotismo. La ONG Transparencia Internacional sitúa al país árabe en la posición 161 de 168 en su barómetro mundial de la corrupción.

“Mucha gente ve con nostalgia la estabilidad del régimen de Saddam Hussein y lo compara con el caos que se vive hoy pero esto no significa que Irak no sea capaz de tener un Gobierno mejor o que el país este predestinado a ser una democracia fallida”.

Al igual que en la época de Sadam, Irak es un país ahogado por la burocracia, los conflictos, la corrupción y la violencia sectaria. Pero además la presencia del autodenominado Estado Islámico y la lucha para acabar con él ha llevado al país a un clima de violencia irrespirable que ha provocado la muerte de miles de civiles y la huída de millones de personas.