Dos destellos cada quince segundos te sitúan en el Faro de Vilán, uno de los más emblemáticos de la navegación; en él trabaja Cristina Fernández, más de cuarenta años de oficio adosados a la espalda y la Costa de la Muerte, con toda su belleza pero también con todo su dolor, empotrada en la retina.
Su historia habla de soledad, de una soledad que le ha ayudado a sentirse libre pero que no le ha impedido sentir miedo y dolor cuando la Costa de la Muerte le ha demostrado por qué lleva ese nombre.
¿Puede alguien no sentir miedo cuando sabe que una ola de casi 30 metros va a romper contra la roca sobre la que se erige el faro? Le ocurrió la noche del 5 al 6 de enero de 2014, y Cristina Fernández confiesa que aquella noche sintió "terror", "pánico" ante la fuerza del oleaje y el viento que azotaban su faro y su vivienda. Palabras clave: