El portavoz de la Cámara ha decidido revisar las normas del código de vestimenta tras las protestas registradas entre los círculos más liberales de la Knesset y sobre todo de las principales afectadas; las funcionarias y asesoras parlamentarias.
“En los últimos días hemos escuchado los testimonios de visitantes y consultoras denunciando que no se les había permitido entrar en la Knesset y que habían recibido un trato humillante en la entrada porque llevaban vestidos. Nadie está tratando de provocar, estamos intentando ir al trabajo y esta mañana nos han parado porque enseñamos nuestras rodillas”, denunciaba el miércoles Kessem Rosenblat, asesora parlamentaria.
El pasado mes de abril el director general de la Knesset ordenó aplicar de forma estricta el código de vestimenta, hasta entonces impuesto con cierta laxitud.
La polémica estalló hace unos días cuando los guardas del Parlamento impidieron el paso de varias funcionarias tras inspeccionar detalladamente el largo del vestido que llevaban.