FEDERICO JOSE MOURA OLIVA - HOMENAJE EN EL DÍA DE SU CUMPLEAÑOS - CRÓNICA TV

2016-11-16 88

FEDERICO JOSE MOURA OLIVA - HOMENAJE EN EL DÍA DE SU CUMPLEAÑOS - CRÓNICA TV

Federico Jose Moura Oliva nació en La Plata en 1951. Fue el cuarto de seis hermanos de una familia económicamente cómoda. Su padre era un exitoso abogado y su madre -quien les contagió a sus hijos la pasión por la música (tocaba el piano)- era maestra. “Federico era un hombre con códigos, muy autodidacta e inquieto. Era un tipo muy interesante, se le animaba a la moda, muy vanguardista”, define su hermano Marcelo Moura. “Él aprendía leyendo y viajando, aquí las cosas llegaban con delay y él se adelantaba con información que traía de afuera”, describe el actual líder de Virus.

“Es mentira que todo se mejora, todo se transforma. El arte es coherente con la elección de una forma de vida, cuando querés hacer lo que se te cante y no lo que le va a gustar a la gente, das por satisfecha tu necesidad. Para los que no comprendían el sonido nuevo, yo que sé, hay que llegar al fondo de las cosas para entenderlo”, explicaba Federico en El Submarino Amarillo, el programa radial de Lupo.

Previo a la música, su interés por la moda lo llevó a realizar indumentaria para Limbo y Mambo, sus locales de ropa y a diseñar accesorios de cuero cuando vivía en Leblón. Los lugares donde vivía también eran testigos de este apego por el diseño. “Estudió arquitectura hasta cuarto año, así que cuando compró su departamento en Piedras casi Venezuela, en San Telmo, lo recicló y lo dejó bárbaro. Era una persona extremadamente estética, fanático de los objetos. Le encantaba comprar juegos de té que compraba en anticuarios y casas de usados del barrio”, detalla Marcelo. Federico se había adelantado casi una década a la moda del reciclado en las viejas casonas de Buenos Aires y según el periodista Eduardo Berti, fue uno de los primeros en usar el minimalismo en la ciudad: “Su departamento de Viamonte y Suipacha era un lugar simple, con pocos muebles y una cocina americana muy moderna para esa época”.

Después de separarse de Dulcemenbriyo y Las Violetas, sus primeras agrupaciones, Federico dejó la carrera de arquitectura y decidió viajar por el mundo para absorber los cambios culturales de ese tiempo. Una escala que tuvo en Brasil le bastó para quedarse a vivir en aquel país; mientras en La Plata, su última banda se fusionaba con Marabunta, la formación de sus hermanos, para crear Duro. Los hermanos Julio y Marcelo Moura (cuatro y ocho años menores que él, respectivamente) decidieron ir a buscar a Federico a Rio de Janeiro para invitarlo a cantar con el nuevo grupo. Éste aceptó -en 1981- y formaron Virus.

Con 29 años participó de su primera presentación masiva en el Primarock, en Ezeiza, junto a otros clásicos artistas de ese tiempo. Federico devolvía de taquito las naranjas que le tiraba el público y respondía con un bombardeo de nuevas canciones el abucheo de la gente. “Me alegra saber que siempre hubo menos público para nosotros, pero más inteligente”, diría más adelante.

En el comienzo fueron tachados de frívolos, homosexuales y absurdos, pero Federico no era una persona que se rendía fácilmente: “Triste hubiese sido que todo fuera cómodo al principio. Las críticas siempre las festejé. Me gusta hacer pesar mis cosas por lo que hago, no tener nada regalado”, señaló un tiempo después respecto a ese inicio.

Su aspecto y despliegue provocaba prejuicios: ojos delineados, hombreras, remeras ajustadas de terciopelo, camisas de leopardo; muy a lo Bowie (comparación que a Federico no le gustaba). El rock conservador y la chatura mental de la época se vio sacudida y ante esta incomprensión sólo les quedó decir. Federico había construido la imagen de Virus atendiendo todos los detalles visuales e ideológicos, más allá de la música.

Tenía tanta seguridad en lo que hacía, que comenzó a agregar novedosos accesorios a sus presentaciones: actuaban disfrazados de ancianos, de enfermeros, vestidos con plásticos de colores o bolsas de basura. “En ese momento tan rígido del país, donde había poca soltura para vestirse y enfrentar una postura, ellos lo hacían. Eran diferentes a los demás. Federico me volvía loco”, comenta Uma Rodriguez, guitarrista de Babasónicos.

“Tenía un carisma demoledor e inigualable, no había nadie así. Sus letras poseían un condimento incorrecto, una forma narrativa novedosa. Yo quería ser un Federico, era un fenómeno”, confiesa Adrián Dárgelos, frontman babasónico. Federico era distinto y él lo sabía: “Una vez un taxista me preguntó cuáles son los principales competidores de Virus y yo le dije: No, mire, nosotros jugamos a otra cosa”.

FUENTES : http://golcafe.com/

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