La guerra civil en Colombia es un fenómeno ya de alcance regional y más allá: los desplazamientos masivos de campesinos han multiplicado la inmigración hacia Venezuela.
En las zonas fronterizas de Venezuela y Ecuador hay un intenso movimiento de fuerzas guerrilleras, paramilitares, narcotraficantes y del Estado.
La emigración colombiana hacia otros países reproduce el conflicto en los países anfitriones, con potentes mafias que controlan la delincuencia, el narcotráfico y la prostitución.
Amplios sectores de Caracas, por ejemplo, poblados por colombianos, son controlados por paramilitares. En Chile, la creciente inmigración colombiana está creando ghettos dominados por grupos paramilitares encubiertos.