La antorcha olímpica llega a los pies del Cristo Redentor a pocas horas del inicio de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
El arzobispo de la ciudad, el cardenal Orani João Tempesta, ha trasladado la llama en una protección metálica, mientras que la jugadora de volei-playa Maria Isabel Barroso Salgado ha encendido la antorcha, cuyo destino final será el estadio de Maracaná, donde tendrá lugar la ceremonia inaugural. Unos Juegos, los primeros que tienen lugar en Sudamérica, en los que preocupa especialmente la seguridad. Los brasileños muestran división de opiniones con respecto al dispositivo desplegado para la cita olímpica:
“Han trabajado mucho por la seguridad. Han hecho un plan que creo que funcionará”, dice un ciudadano. Otro carioca afirma que “han hecho un gran esfuerzo, hay un enorme contingente de tropas de todo tipo y guardias nacionales, pero no sé cómo irá todo cuando comiencen los Juegos”.
Unos 55.000 efectivos de diferentes cuerpos de seguridad vigilarán la ciudad, incluyendo a 22.000 militares.
Los instantes previos a la celebración del macroevento han estado marcados asimismo por la detención del boxeador marroquí Hassan Saada, denunciado por acoso sexual por parte de dos empleadas de la Villa Olímpica.
