El surtido de alimentos, aperitivos o platos, así como el orden en el que se sirven y el cambio en las características organolépticas (olor, color, sabor, textura) incitan a un mayor consumo. Este comportamiento alimentario se ha constatado en diversos ensayos que, a su vez, no han confirmado diferencias reseñables entre personas de distinto sexo y edad. En el día a día, hay que decidir en multitud de circunstancias qué alimentos o platos se consumen. Sucede al elegir el menú de una larga lista de platos o postres, al escoger los aperitivos en una celebración, ante un amplio surtido de tapas o al decantarse en el lugar de la compra entre una multitud de productos poco saludables (snacks, chucherías, chocolates, bombones, refrescos...). Tener conocimiento de estas situaciones cotidianas, de la percepción sobre la variedad de alimentos y de cómo afecta a la conducta alimentaria y al consumo puede resultar útil para evitar comer más, en particular, cuando resulta inconveniente para la salud.