Si bien es cierto que habiendo sido criados en cautividad pueden haber perdido costumbres o haberlas modificado, en su naturaleza está su nocturnidad. Por el día duermen y se despiertan de vez en cuando porque son animales sociales que les gusta estar en compañía "humana". Por ejemplo, los hámsters hacen prácticamente toda su vida durante la noche: se aparean, pelean, ejercitan, etc, todo durante la noche. Si decides aparear al hámster que tienes como mascota, deberás buscar un sitio neutral y unir al macho y a la hembra por la noche. Si no, será un fracaso absoluto. Pero, eso sí, piénsalo muy bien antes y sé responsable porque los hámster hembra son muy fértiles y pueden tener camadas de hasta quince bebés. La vista en los roedores es el sentido menos desarrollado, de ahí que les de igual si es de noche para realizar sus actividades. No distinguen ningún color y sólo ven formas borrosas y aprecian movimientos. Si te vas a acercar a ellos, es recomendable hacerlo con movimientos muy suaves y lentamente para que te vean y no se asusten. En cambio, su sentido del olfato y su oído (pueden llegar a oír ultrasonidos y hasta tres veces más que nosotros, los humanos) están mucho más desarrollados. Pero su sentido más importante y desarrollado es el tacto. Pero no el tacto con sus patas o piel, sino con sus bigotes. Mientras que los bigotes son un mero adorno para los hombres, en todos los roedores cumplen una función de vital importancia. Podemos decir que es su tacto y su vista. Con ellos se guían, miden los agujeros por donde intentan pasar y distinguen la posición, forma y tamaño de los objetos. Los bigotes se encuentran sobre todo alrededor de la nariz, pero también verás alguno encima de los ojos y por la cabeza.