El Leganés desperdició una oportunidad única de consolidar su posición de privilegio y acercarse al ascenso a Primera tras pinchar en casa frente a un Numancia combativo que bien pudo llevarse el triunfo de Butarque. Los sorianos se adelantaron hasta en dos ocasiones y sólo los arreones de casta de los pepineros permitieron a la escuadra de Garitano sumar un punto. El empate llegó cuando los locales jugaban con uno menos y, quién sabe, podría ser vital para consumar la gesta de colarse entre los grandes del fútbol español.
El trazo inicial del partido dibujaba una obra magnífica para los madrileños, un bodegón de fantasía como el que tantas tardes han pintado los chicos de Asier Garitano esta temporada. En apenas cinco minutos, los iniciales, Omar y Szymanowski pudieron abrir el marcador con sendas ocasiones aplaudidas a rabiar por un público entregado pese al tiempo ventoso y frío.
Sí, parecía una tarde perfecta para apuntalar el sendero a la gloria de Primera. Pero hasta los mejores artistas tienen un borrón en sus vidas. Y el de la defensa del Leganés fue, ayer, grueso y llegó, para colmo, demasiado temprano.
En el minuto siete Nacho recogió el esférico en la medular y se lanzó desbocado a la portería rival. Mantovani no lo frenó y en el rechace entre él e Insua, el rojillo ganó la partida y cedió la bola mansa a un Alex Alegría que solo tuvo que cruzarla para adelantar a los suyos. Todo cambió.
Lo que prometía espectáculo pepinero tornó en pesadilla. Los nervios atenazaron a un líder que se cargó de imprecisiones y que se aferró a Serantes para evitar el 0-2, con un paradón a Íñigo Pérez mediada la primera parte. Sólo Omar, en un córner que casi transformó en gol olímpico, inquietó la meta de Munir.
Y en ésas llegó la decisión más polémica de la noche. Un posible penalti por manos dentro del área acabó en mano y amarilla a Mantovani. Era la segunda. Con uno menos, la siguiente jugada fue una contra del Numancia que concluyó en el gol de Pablo Valcarce. Era la primera ocasión de los sorianos en la segunda parte. Los visitantes volvían a adelantarse.
No se rindió el Lega y cuatro minutos después, Galarreta, de cabeza, igualaba un partido que siguió buscando a la desesperada un Lega impotente que, ya con uno menos, fue incapaz de consumar la épica de la victoria, pero que dio por bueno este empate más dulce que agrio viendo cómo se le había puesto la jornada.