En la capital, Brasilia, decenas de miles de ciudadanos siguieron la votación como si de un partido de fútbol se tratase, a través de pantallas gigantes instaladas en las calles. En la Explanada de los Ministerios, una valla de casi un kilómetro separaba a detractores y partidarios del Gobierno.
“Es el nacimiento de un nuevo Brasil, marcado por una democracia total, por el respeto a nuestro poder judicial, a nuestras leyes”, decía un estudiante.
“Nuestra gente se ha despertado, hemos aprendido y creo que ahora tenemos el valor para hacer esto”, exclamaba una jubilada.
Lo mismo ocurrió en Río de Janeiro y Sao Paulo. Según los sondeos, un 60% de los brasileños apoya este proceso de destitución de la presidenta Dilma Rousseff.
La actividad gubernamental se ha paralizado a tan solo cuatro meses de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.