Esta técnica consiste en pedirle a alguien un favor enorme. (Tan grande, que estés convencido de que va a darte con la puerta en las narices.) La “víctima” se negará, obviamente. Y, entonces, tú procederás a pedirle un favor más pequeño, el que realmente quieres. Un ejemplo: Yo me voy de viaje a la capital y le pido a mi amiga Antonia que me lleve en su coche. Son 800 kilómetros. La pobre, aunque yo le insisto hasta la saciedad, me dice que no le es posible.Ahí es cuando cambio y le pido lo que a mí me interesa: Que me lleve mañana a la estación de trenes. Y Antonia accede a llevarme porque, comparado con el favor anterior, éste es pequeñísimo. Cuando se emplea esta técnica, la persona a quien pedimos el favor es menos propensa a negarse que si le hacemos la petición que nos interesa directamente. Esto se debe al principio de reciprocidad. Ya que he “liberado” a Antonia de la obligación de llevarme a la capital, busca una manera de compensarlo.