YO Y MI POEMA
Fui primero yo, luego mi poema.
Él está después de mi nombre,
que también fue primero.
Sin mí,
el poema hubiera sido imposible,
aunque esto suene estrambótico
a los amos de la pedantería.
Otra cosa es la poesía.
Que sufran por mi autosuficiencia
me produce gozo;
no hay espejo más repugnante
que la propia máscara.
Así es, y no me arrepiento
en cuanto me corresponde.
¿Quién puede negar a quién
estas pequeñas aberraciones,
donde el ego suele contorsionarse
envuelto en su propio miasma?
Debéis leer mi poema.
De lo contrario... Eso es todo.