Casi 11 meses de sangre derramada en las calles de Yemen. Casi 11 meses de dolor, sufrimiento, muerte, desesperación y hambre.
Era uno de los países más pobres del mundo, hoy es ya una catástrofe viviente. Este es Yemen. Bajo la lluvia de proyectiles de Arabia Saudí.
Un sufrimiento sin sentido, despiadado, vil. Todo por un capricho político. Arabia Saudí no ha hecho invasión por tierra, no se ha querido ensuciar las manos, sólo desde el aire, con sus aviones caza y proyectiles, ha matado a más de 2600 yemeníes, y herido a más de 6 mil.
Las armas son enviadas desde EE.UU. y el Reino Unido que en el año de esta masacre, 2015, el que acaba de pasar, ha roto récord.
Londres le ha vendido a Arabia Saudí, alrededor de 3500 millones de dólares en armas de todo tipo, para usarse contra la vida de Yemen.
Arabia Saudí trata de exterminar al movimiento popular yemení Ansarolá que protestó contra el que entonces era presidente por la pobreza, falta de libertad, justicia y equidad.
El caudillo de Arabia Saudí era el presidente yemení Abdu Rabu Mansur Hadi quien tuvo que huir de ese país. A pesar de los bombardeos el movimiento Ansarolá sigue vivo, de hecho una buena parte del Ejército del Gobierno apoya a Ansarolá.
Arabia Saudí ignora la alarma internacional y el llamado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pues continúa el bombardeo.
Otro arista espinoso es Emiratos Árabes Unidos (EAU), que si bien apoya el ataque de Arabia Saudí, no está muy de acuerdo con ciertas políticas y políticos.
Existe la posibilidad de que la parte sur del país, en un futuro, sea controlada por Dubái y esto provoque la división de Yemen. Esto, aunque Emiratos sea su aliado, no le gusta nada a Arabia Saudí.
Un problema más a su error estratégico de haber atacado a los yemeníes. Arabia Saudí gasta 200 millones de dólares diarios en atacar a su vecino.
Arabia Saudí tiene además un terrible déficit por los precios bajos del petróleo.
¿Hasta dónde Arabia Saudí seguirá atacando Yemen? Más cuando no ha ganado nada, más que muerte y destrozos en un pueblo que sigue igual: resistencia.
¿No detiene sus ataques por no quedar mal ante el mundo?