La domestiación de plantas y animales, hace miles de años, fue el comienzo de la manipulación genética, que nos ha permitido crear especies nuevas con altas posibilidades nutricionales para la humanidad. Pero la ciencia de manipulación genética nació en los laboratorios, y hace en cuestión de meses procesos que llevaron milenios, con la promesa de mejorar rendimientos de cosechas, hacerlas fuertes frente a eventos naturales y plagas, y mejorar su calidd nutricional. En ese ejercicio fáustico, se llevan derechos patrimoniales sobre plantas originales cultivadas pacientemente por pueblos aborígenes, y una despiadada y poco humanitaria competencia y secuestro de patentes que poco ayudan a la promesa seminal de esa revolución biotecnológica: terminar con la plaga del hambre, que campea para millones de seres humanos todos los días.