La pregunta adecuada no es cómo es que nuestro sistema visual interpreta ese movimiento, ya que lo busca. Supongo que muchos de mis queridos lectores han jugado de pequeños con esos pequeños libros que tenían un dibujo en la esquina de cada hoja, que variaba lentamente de una página a otra. Cuando deslizabas las esquinas de las hojas rápidamente, el dibujo “mágicamente” se movía, y ya tenemos el movimiento. Aunque fuéramos torpes con los dedos y pasáramos lentamente las páginas, es fácil “ver” el movimiento porque nuestro ojo está acostumbrado a realizar estos seguimientos, aunque tengamos interrupciones. Además del parpadeo, hay interrupciones casi constantes en nuestro sistema visual, producidas por los movimientos sacádicos. De ellos hablaré otro día más extensamente; hoy simplemente señalaremos que estamos continuamente produciendo estos movimientos, que se produce una inhibición de la información visual y ni siquiera somos conscientes de ello. Nos da la impresión de que hemos tenido una imagen continua. Así que, incluso cuando delante nuestro haya un objeto real que esté mandando información visual continua, nuestro ojo no la recibe ni la manda continua al cerebro. Y nuestro cerebro, con el movimiento “troceado”, lo interpreta como continuo. Por lo tanto, nuestra interpretación del movimiento siempre consiste en interpretar los “pedacitos” que nos llegan, y lo hacemos muy bien. Cuando es un sistema artificial el que nos ofrece el movimiento, efectivamente estará en una serie de imágenes fijas, discontinuas, pero nuestro ojo, ni necesita imágenes continuas, ni muchas veces es capaz de enviar información “continua”.