Con tus gestos y posturas corporales (conscientes o inconscientes) das a conocer tus sentimientos y emociones. Cuando apoyas la cabeza en la mano, comunicas aburrimiento. Cuando arqueas la espalda, muestras inseguridad. Cuando haces gestos con las manos abiertas, transmites franqueza y sinceridad. Cuando te ocultas la cara con las manos, das a entender que sientes culpa o vergüenza. Al ponerte las manos en las caderas demuestras sentir confianza. Si te sientas con la espalda recta y la cabeza erguida, revelas tu interés y atención. Si lo que haces es frotarte la nariz, estarás exhibiendo un gesto de duda. En todos estos gestos, ya sean hechos de forma consciente o no, intervienen las vías nerviosas que tienen que ver con la postura, la coordinación y el equilibrio, todo ello regulado en el cerebelo. A nivel social, las posturas negativas influyen en las relaciones que se mantienen con los demás. Cuando una relación es tensa, tus emociones se ven forzadas y te sientes a disgusto contigo mismo y con los demás. Asimismo, la gente reaccionará de igual forma contigo, porque los humanos tendemos a socializar con personas a las que consideramos seguras y maduras.