Las armas nucleares son dispositivos que poseen un enorme potencial destructivo que utiliza la energía derivada de la fisión nuclear o reacciones de fusión nuclear. Comenzando con los avances científicos de la década de 1930, que hizo posible su desarrollo, mediante la continuación de la carrera de armamentos nucleares y las pruebas nucleares de la Guerra Fría, y, por último, con las cuestiones de la proliferación y el posible uso de terrorismo a principios de siglo XXI. El día 12 de septiembre de 1933, seis años antes del descubrimiento de la fisión y sólo siete meses después del descubrimiento del neutrón, el físico judío Leó Szilárd descubrió que era posible liberar grandes cantidades de energía mediante reacciones neutrónicas en cadena. El 4 de julio de 1934, Szilard solicitó la patente de una bomba atómica donde no sólo describía esta reacción en cadena neutrónica, sino también el concepto esencial de masa crítica. La patente le fue concedida, lo cual convierte a Leo Szilard en el inventor de la bomba atómica. No la patentó en provecho propio, sino precisamente para prevenir que otros la construyeran: fue el primer intento de no-proliferación de la Historia.[cita requerida] Al obtener la patente, se la ofreció como regalo a la embajada del Reino Unido confiando en que la caballerosidad británica evitaría que su invento fuese mal empleado alguna vez; en esencia, sólo aceptaba que fuera usada contra los nazis si estos la desarrollaban por su cuenta. En febrero de 1936, el Almirantazgo Británico aceptó el terrible regalo.