La frontera entre Serbia y Hungría está cerrada a cal y canto. Budapest selló ayer su frontera, poco antes de que entrara en vigor, la pasada medianoche, la nueva legislación, que prevé penas de cárcel de hasta tres años por entrar ilegalmente en el país.
Al menos 16 personas han sido detenidas por intentar cortar la valla que separa Serbia de Hungría.
Unos 300 emigrantes, entre ellos muchos menores, han pasado la noche al raso o en tiendas de campaña en Röszke, esperando poder seguir su viaje hacia Europa occidental.
A partir de hoy, las autoridades húngaras establecerán procedimientos acelerados de asilo. Sólo tramitarán las peticiones de ciudadanos que vengan de zonas de conflicto y que hayan sido registrados y cuenten con la documentación en regla en los puntos de entrada oficiales.
Ayer una cifra récord de 9.380 personas entraron en Hungría. El récord precedente había sido alcanzado el domingo, con 5.809 emigrantes y refugiados cruzando la frontera.
Unos 900 policías