En los años 90 cualquiera podía tener su consola (sí, incluso Sega) y a veces bajo esta circunstancia salían ideas muy alocadas de estas que mezclan un "que me vuelvo loco" y un "no hay cojones". No es de extrañar que en este escenario tan retorcido durante su tonteo con el formato Cederrón (está en la RAE) la gran N se pusiera a jugar a 2 bandas con Sony y Philips y decidiera dejar a estos últimos la licencia de Zelda para hacer una trilogía de juegos impactantes que revolucionaron el mercado y más aun el internet.