El embargo ruso debía servir para que los agricultores locales sustituyeran los productos occidentales a los suyos en los supermercados del país. Pero esto está lejos de cumplirse. Al menos, por el momento. Lo que se ha producido es una escasez de alimentos en los establecimientos y, por consecuencia, una inflación que en julio era del dieciséis por ciento. Y que, en la fruta, legumbres o pescado alcanza el treinta.
De hecho, el Gobierno aprobó un plan de subvenciones anual de 3.500 millones de euros para los agricultores. Pero los años de desidia administrativa requieren ahora de tiempo para volver a poner en marcha una producción e infraestructuras de distribución modernas. El aumento en un año de la producción local de carne es del seis por el ciento y, el de la leche, se limita al uno.
Además, el desplome del rublo por la caída del precio del petróleo ha contribuido también a la inflación y a que se encarezca un sesenta por ciento la importación de forraje. Tampoco es el mejor